“Lo que no se ve”

Fotografiar una boda es mucho más que pasar un día con una cámara.

Es estar atentos desde mucho antes del “sí, quiero”. Escuchar vuestra historia, preparar cada detalle, planificar, estudiar localizaciones, revisar el equipo, tener siempre un plan B por si algo falla. Llevamos cámaras de respaldo, tarjetas duplicadas y copias de seguridad desde el mismo día de la boda. Porque en vuestro gran día no hay margen para errores.

El día de la boda trabajamos durante más de 12 horas seguidas, sin pausas, con todos los sentidos alerta. Documentamos lo visible y lo invisible: miradas, gestos, silencios y detalles que solo ocurren una vez. Y lo hacemos con discreción y respeto.

Lo que entregamos es fruto de un proceso que dura semanas. Revisamos miles de imágenes, seleccionamos con criterio, editamos una a una. Y así, durante casi dos meses, damos forma a una historia coherente y atemporal. Un trabajo que exige tiempo, experiencia y una mirada entrenada para atrapar lo que de verdad importa.

Nada de eso se improvisa. Detrás hay años de formación y una responsabilidad enorme: crear recuerdos que os acompañarán toda la vida.

Gracias por valorar lo que no se ve.